Octava reseña

Primero tenemos a Mikael, vemos cómo una chica joven intenta seducirlo de manera bastante obvia, algo que a él le resulta incómodo y molesto. A pesar de que en su pasado ha tenido relaciones con mujeres de distintas edades, en este caso no quiere saber nada, especialmente porque no quiere convertirse en el centro de chismes. Su conversación con Erika Berger deja claro lo complicado que puede ser para alguien con su fama manejar estas situaciones sin que se tergiverse la historia.

Luego tenemos a Bjurman, que es prácticamente un villano clásico: un tipo que se ha convencido a sí mismo de que Lisbeth es la culpable de todo lo malo que le está pasando, cuando en realidad es él quien la ha violentado. Lo vemos desesperado por encontrar la grabación que lo incrimina, y su forma de pensar deja claro que es una persona peligrosa, sin remordimientos y capaz de cualquier cosa para salirse con la suya.

Lo más interesante es el momento en que se da cuenta de que ha subestimado a Lisbeth. Durante mucho tiempo la vio como alguien frágil, pero cuando descubre los diarios de su antiguo tutor, Holger Palmgren, empieza a entender que ella no es una víctima cualquiera. Es lista, tiene recursos y, lo peor para él, es que no se deja manipular.

Este fragmento refuerza los temas clave del libro: el abuso de poder, la manipulación y la lucha por la verdad. Mikael enfrenta un problema más "social", mientras que Lisbeth sigue lidiando con un enemigo realmente peligroso. Todo esto prepara el terreno para lo que vendrá después, dejando claro que la historia está llena de tensión y que Lisbeth es mucho más que una simple víctima: es alguien que sabe defenderse y que no piensa dejarse vencer.

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